miércoles, 24 de octubre de 2012

A 50 km de Madrid... (I)


Aprovechando la semana de perros que ha hecho en, prácticamente, todos lados, el fin de semana apetecía salir de la ciudad y visitar algún clásico. Y es que, para los madrileños, visitar el Monasterio de El Escorial es visita obligada.


A poco más de media hora del centro, tenemos uno de los palacios reales que forman parte del patrimonio nacional. Este edificio alberga tanto monasterio como palacio y basílica en el mismo conjunto. Pertenece al estilo "herreriano" que carece de ornamentación, aire austero y monumental. Uno de sus arquitectos, Juan de Herrera, fue el origen de este estilo sobrio muy repetido en la época.

Su construcción se realizó por el deseo de Carlos I de ser enterrado con su dinastía en otro espacio distinto a los anteriores reyes y fue promovido por Felipe II para conmemorar su victoria en la batalla de San Quintín, obtenida el día de San Lorenzo.

Sin meternos es muchos detalles sobre el monasterio, tiene varias curiosidades que merece la pena mencionar y descubrir:
  • La planta final del conjunto de edificios tiene forma de parrilla, en honor a San Lorenzo, que fue martirizado en Roma sobre una de éstas; surge de su relación con la batalla de San Quintín antes mencionada.
  • Hay infinidad de salas al comienzo con cuadros de pintores varios, algunos relevantes como el Bosco, Velázquez o Tintoretto; resulta un poco pesado si no es de tu gusto la pintura. Merece mucho la pena entretenerse en la Sala de las Batallas, con unos frescos que cubren toda ella, los frescos de la escalera principal y por lo menos no pasar de largo una sala junto a la escalera con cuadros de Tiziano. 
  • La Cripta Real alberga a los Reyes y Madres de Reyes desde Carlos I, con algunas excepciones, de manera que están todos los sarcófagos ocupados, a excepción de dos cuyo lugar ocuparán Juan de Borbón y María de las Mercedes, condes de Barcelona y padres del rey actual. Todavía no están ocupados pues sus cuerpos reposan durante 20 a 30 años en una sala contigua llamada "el pudridero". La incógnita es ¿dónde enterrarán a los actuales reyes?
  • En la Basílica, como sustento del coro, existe una bóveda plana, una construcción muy especial que requiere una alta técnica de talla y conocimiento estructural para que funcione. Nada más entrar te encuentras bajo ella, y la mayoría de las personas no perciben la dificultad de la estructura. Es interesante conocer que esta bóveda sirve de referencia de estudio, por ello en este vídeo de la politécnica de Madrid realizaron un ensayo estructural de ella (con un poco más de información de regalo)
  • Es curioso fijarse que hasta las papeleras del pueblo o los atriles de los menús de los restaurantes repiten esta forma característica de parrilla. Con la escusa bien merece un buen paseo por el pueblo.

La visita realizada por libre y con cierta calma se realiza en algo más de dos horas. Eché en falta un pequeño folleto general y quizá un plano, con tanta sala terminas desorientado. Personalmente me pareció caro (10 euros) sin siquiera darte mínima información; pero más caro es si quieres visita guiada (otros 7 euros adicionales), aunque desde luego si puedes permitírtelo merece la pena.

En el pueblo para tomar algo recomiendo 2 opciones diferentes : el Croché Cafetín, ambiente de café antiguo, no le falta detalle (ni a los camareros); tomarse algo en la barra lo acompañan con tapas de lo que tengan por la cocina (ya sea tanto una cazuelita de judías como paella). 3,2 euros la cocacola, también tienen raciones; y "san Quintín"(calle el Rey, 18), pequeño restaurante familiar-bar con tostas, raciones y hamburguesas para comer variado y como en casa, 10 euros/persona. ¡No dudéis en pedir de postre flan, es casero y está muuuy rico!

Así que ya sabéis, una escapada a este sitio bien merece la pena para conocerlo ¡y para repetir! Seguiré a la caza y captura de otros clásicos cercanos a Madrid. ¡Hasta otra!



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